paolo gasparini
Muérdeme. París. 1982. Sales de plata en gelatina,
papel de fibra.
La obra de Paolo Gasparini ha estado marcada tanto por
su compromiso social y la fuerza documental de sus imágenes, como por la
expresividad de sus composiciones y su uso del blanco y negro, en una
inmensamente rica gama de valores tonales. Su trabajo fotográfico se concreta
de diversos modos, como series, fotolibros, fotomurales y audiovisuales. En
todos ellos, las imágenes constituyen una crónica acerca de múltiples temas y
problemas de actualidad. Su fotografía no trata únicamente de descifrar los
aspectos formales y simbólicos de las escenas que captura, sino también de
evidenciar sus contenidos sociales y culturales, de reconocer los discursos que
los soportan. En este sentido, son imágenes saturadas de signos y referencias,
que evocan con su presencia una realidad que se caracteriza por convocar
espacios heterogéneos y disímiles. Estas fotografías tienen como escenario
principal la ciudad. En ellas, la cámara aparece como un explorador capaz de
descubrir entre las calles y edificaciones sus gestos más importantes, sus
hechos y símbolos, sus formas de vida, pero también sus sombras y dramas, sus
excesos y futilidades. En su referencia al fenómeno urbano, son imágenes que
poseen una complejidad, variedad e intensidad gracias a la que exhiben una
visión en la que, a partir del contrapunto entre luces y sombras, se concreta
el dinamismo y la fragmentariedad propias del mundo moderno. Esta obra
fotográfica está elaborada a partir de un modelo narrativo, una confluencia de
mirada y relato que la acerca al cine y que se expresa en lo que Gasparini
denomina »fotoracontti« o »racconti fotografici«, una síntesis de imagen y
narración que le permite presentar sus series, libros y audiovisuales como
escenas para una posible experiencia, o para una apertura de nuestra
experiencia a realidades inéditas, ocultas en el acontecer cotidiano.