Luis Salazar


de la serie: ensamblajes. 2013. Acrílico, tinta, teipe, papel glasé y papel fotográfico. 59 x 42 cm.

La obra de Luis Salazar es una obra »relacional«: que vincula elementos heterogéneos y situaciones disímiles; que se estructura como un contrapunto visual entre objetos elaborados y restos encontrados, y en la que se problematizan diversas esferas y dimensiones de la cultura, la realidad socio-política y la vida cotidiana. Trabaja en diversos medios: pintura, dibujo e instalaciones. En todos ellos, opera recuperando objetos encontrados, re-contextualizando íconos emblemáticos provenientes de distintos discursos culturales y sistemas de legitimación, apropiándose de la historia, de los diversos saberes que la determinan, así como de las narrativas estéticas y publicitarias del mundo contemporáneo. Crea así unas piezas lúcidas y divertidas, que oscilan entre la crítica devastadora y la parodia, y que logran desnudar múltiples aspectos de la actualidad, especialmente aquellos que tienen que ver con los mecanismos de producción y legitimación de los discursos simbólicos. Aparece como una obra subversiva, que propone cuestionamientos, que genera preguntas e incomodidades, que trabajando en lugares fronterizos, en los bordes o márgenes de lo institucional, pone en evidencia las contradicciones, las instancias irresueltas, del mundo en el que existe, de la realidad con la que convive.

Luis Salazar


de la serie: cindy sherman. 2013. Teipe negro eléctrico cobra, teipe sobre papel y acrílico sobre papel. 60,2 x 51 cm.

La obra de Luis Salazar es una obra »relacional«: que vincula elementos heterogéneos y situaciones disímiles; que se estructura como un contrapunto visual entre objetos elaborados y restos encontrados, y en la que se problematizan diversas esferas y dimensiones de la cultura, la realidad socio-política y la vida cotidiana. Trabaja en diversos medios: pintura, dibujo e instalaciones. En todos ellos, opera recuperando objetos encontrados, re-contextualizando íconos emblemáticos provenientes de distintos discursos culturales y sistemas de legitimación, apropiándose de la historia, de los diversos saberes que la determinan, así como de las narrativas estéticas y publicitarias del mundo contemporáneo. Crea así unas piezas lúcidas y divertidas, que oscilan entre la crítica devastadora y la parodia, y que logran desnudar múltiples aspectos de la actualidad, especialmente aquellos que tienen que ver con los mecanismos de producción y legitimación de los discursos simbólicos. Aparece como una obra subversiva, que propone cuestionamientos, que genera preguntas e incomodidades, que trabajando en lugares fronterizos, en los bordes o márgenes de lo institucional, pone en evidencia las contradicciones, las instancias irresueltas, del mundo en el que existe, de la realidad con la que convive.

Luis Salazar


Iwan Wirth. 2013. Acrílico sobre tela, loneta y serigrafía. 145,5 x 172 cm.

La obra de Luis Salazar es una obra »relacional«: que vincula elementos heterogéneos y situaciones disímiles; que se estructura como un contrapunto visual entre objetos elaborados y restos encontrados, y en la que se problematizan diversas esferas y dimensiones de la cultura, la realidad socio-política y la vida cotidiana. Trabaja en diversos medios: pintura, dibujo e instalaciones. En todos ellos, opera recuperando objetos encontrados, re-contextualizando íconos emblemáticos provenientes de distintos discursos culturales y sistemas de legitimación, apropiándose de la historia, de los diversos saberes que la determinan, así como de las narrativas estéticas y publicitarias del mundo contemporáneo. Crea así unas piezas lúcidas y divertidas, que oscilan entre la crítica devastadora y la parodia, y que logran desnudar múltiples aspectos de la actualidad, especialmente aquellos que tienen que ver con los mecanismos de producción y legitimación de los discursos simbólicos. Aparece como una obra subversiva, que propone cuestionamientos, que genera preguntas e incomodidades, que trabajando en lugares fronterizos, en los bordes o márgenes de lo institucional, pone en evidencia las contradicciones, las instancias irresueltas, del mundo en el que existe, de la realidad con la que convive.


Luis Salazar


de la serie: liso y corrugado. 2014. Papel y tirro sobre papel. 29 x 41 cm.

La obra de Luis Salazar es una obra »relacional«: que vincula elementos heterogéneos y situaciones disímiles; que se estructura como un contrapunto visual entre objetos elaborados y restos encontrados, y en la que se problematizan diversas esferas y dimensiones de la cultura, la realidad socio-política y la vida cotidiana. Trabaja en diversos medios: pintura, dibujo e instalaciones. En todos ellos, opera recuperando objetos encontrados, re-contextualizando íconos emblemáticos provenientes de distintos discursos culturales y sistemas de legitimación, apropiándose de la historia, de los diversos saberes que la determinan, así como de las narrativas estéticas y publicitarias del mundo contemporáneo. Crea así unas piezas lúcidas y divertidas, que oscilan entre la crítica devastadora y la parodia, y que logran desnudar múltiples aspectos de la actualidad, especialmente aquellos que tienen que ver con los mecanismos de producción y legitimación de los discursos simbólicos. Aparece como una obra subversiva, que propone cuestionamientos, que genera preguntas e incomodidades, que trabajando en lugares fronterizos, en los bordes o márgenes de lo institucional, pone en evidencia las contradicciones, las instancias irresueltas, del mundo en el que existe, de la realidad con la que convive.

Luis Salazar


Geometría doméstica. 2015. Acrílico, pintura en aceite y tela de algodón sobre pelón. 235 x 147,5 cm.

La obra de Luis Salazar es una obra »relacional«: que vincula elementos heterogéneos y situaciones disímiles; que se estructura como un contrapunto visual entre objetos elaborados y restos encontrados, y en la que se problematizan diversas esferas y dimensiones de la cultura, la realidad socio-política y la vida cotidiana. Trabaja en diversos medios: pintura, dibujo e instalaciones. En todos ellos, opera recuperando objetos encontrados, re-contextualizando íconos emblemáticos provenientes de distintos discursos culturales y sistemas de legitimación, apropiándose de la historia, de los diversos saberes que la determinan, así como de las narrativas estéticas y publicitarias del mundo contemporáneo. Crea así unas piezas lúcidas y divertidas, que oscilan entre la crítica devastadora y la parodia, y que logran desnudar múltiples aspectos de la actualidad, especialmente aquellos que tienen que ver con los mecanismos de producción y legitimación de los discursos simbólicos. Aparece como una obra subversiva, que propone cuestionamientos, que genera preguntas e incomodidades, que trabajando en lugares fronterizos, en los bordes o márgenes de lo institucional, pone en evidencia las contradicciones, las instancias irresueltas, del mundo en el que existe, de la realidad con la que convive.



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